lunes, 17 de enero de 2011

La pasión nos hace vivir en este mundo tan extraño




hoy he despertado con una barba de
cuatro días/
con el pelo revuelto y con
la máscara que debo cambiar
cada salida del alba como si fuera una
extensión de mi fatigado cuerpo/
mis pantalones están rotos,
mis ojos yacen podridos de tanto
mirar la luna/
me he quitado las piernas cual
muñeco que es dispuesto a
elaborar una más de sus rutinarias
funciones,/
desenroscándomelas como tornillos
las guardo en un enorme baúl en el
cual también guardo mis manos, /
observo y al instante la boca me sabe
a sangre,/
me imagino siendo criatura mitológica,
despreciado por mi tiempo/
busco mis ojos en la pequeña caja
roja en la que siempre los guardo
entonces.../
le digo a mi amigo que la pasión
nos hace vivir en este mundo extraño,
creo que él llora detrás de la pared./

POR: JOAQUIN RAMIREZ JIMENEZ

MANIFIESTO ONIRICO BESTIAL



Escribí piedra...

Escribí piedraescribí casa escribí ciudad rompí la piedra demolí la casa destruí la ciudad sobre el papel huellas de la lucha entre la creación y el exterminio

RYSZARD KAPUSCINSKI

El suicidio no es una opción el onirismo tampoco, son realidades presentes en nosotros (el sueño aniquila la realidad) qué es ser onírico bestial, es la parálisis de la imagen incrustada en la retina, es la búsqueda de la nada creadora, la destrucción de todo elemento posible y la construcción de las alas que garanticen el despegue. El fracaso esta en nosotros, es mas es la única forma de vida posible, no seamos hipócritas el vacio y el sin sentido nunca dejaran de quemarte las entrañas, vivamos el momento sabiendo que la muerte nos espera.
Escupe en la cara al que está al lado, vitupéralo, maldícelo y corre, rompe con todo lo que se te atraviese.
Los oníricos bestiales somos nuestros padres, nuestros dioses, vivimos la realidad y la no realidad con la misma intensidad el sueño y la vigilia son lo mismo, ambos podemos llenarlos de belleza, ambos podemos habitarlos con palabras que nos transmitan vida y a la vez nada, utilizo palabras para hablar de ti de mi y de todo lo que sea, hallo la belleza en todas partes y me aflijo por querer vivir intensamente. Sabemos que no escaparemos a la muerte por eso decidimos sumergirnos en nuestro mundo creador pero antes debes destruirte comenzar de cero es la hora de la cuenta regresiva.
Si digo que un mosquito me picó luego lo mate y con la sangre pinté arco iris y mariposas en tu cara, soy un onírico bestial.Vamos no te detengas sal a las calles y empieza a destruir todos tus dioses, tus ídolos, los héroes de tu patria, la poesía es una construcción, el arte también. todos los días sueño con una lluvia de cuchillos en una habitación llena de anèmicos, somos nosotros encerrados en nuestros propios valores, moral de los débiles. empieza a ver la belleza del ocio, la vaguedad de la errancia, no busques profundidad en las cosas estamos en la superficie y superficial haz de ser, el milagro esta en la destrucción en la nada, el vacío.
empieza a crear tu propio mundo, coje papel y lápiz conviértelos en tus armas y empieza a disparar palabras a todos, somos poetas de la vida, hay mas poesía allá afuera que en los libros, llena de amor tu corazon y disparalo en la cara al que veas,no esperes nada del mundo odialo y amalo a la vez, da igual, la unica salida es la muerte, engloriala con palabras, adorna tu vacio con colores y luces, deja-te llevar por estos ojos verdes.

soy un soñador, lo se, he soñado despierto cada dia cada instante cada molecula esta impregnada de sueño, mientras aguardo la muerte voy a llenar mi vida de alucinada intensidad, soy capaz de morir, lo mismo, de vivir

POR; FERNANDO PADILLA CABARCAS

pd: no crean nada de lo que
escribo o créanlo en ustedes está.....

lunes, 10 de enero de 2011

Espirales

















“Dios mío, todos somos arrastrados
Hacia el mar sin importar cuanto
Sepamos ni que digamos o hagamos”
(Jack Kerouac)


Cuando despertó lo primero que pudo observar fueron cuatro paredes. Se deslizó por una de ellas, estaba fría como la piel de un muerto. 4 paredes geométrica y uniformemente construidas. Sus sentimientos se encontraron como aves de rapiña frente al descubrimiento de un cadáver: desorientados, abrumadoramente desequilibrados. Los días parecían no haber acontecido, todo yacía inmóvil como las ruinas de un laberinto, no había espacios para hacer absurdas preguntas. Las paredes eran tan blancas como los baños de un hospital, al transcurrir los días se fueron tornando amarillentas, aceitosas y espeluznantes al tacto.

Aproximadamente 20 metros bajo tierra, un pequeño ducto de ventilación que simulaba inútilmente el espacio de una claraboya, luz artificial, desesperante y enceguecedora. Ella permanecía inmóvil, arrojada en un rincón, el hombre descendía cada 2 o 3 días y por un pequeño agujero ubicado estratégicamente sobre una de las paredes, le extendía el recipiente lleno de un liquido que ella consumía ansiosa y desesperadamente. Deglutía vorazmente, sus ojos desorbitados simulaban esferas estelares en permanente caos. Sueño. Se despertaba por el ruido, el orificio construido para proveer el alimento se transformaba de inmediato en una pantalla a la cual asistía como única espectadora. El hombre siempre iba acompañado de un enorme perro que lo observaba con un extraño sentimiento de filiación; suficiente como para pensar que podría permanecer junto a él por lo menos una eternidad.

Se sentaba en una voluminosa y espaciosa banca, y con un gesto despreciable ordenaba al can que hiciera lo propio en el suelo. Acto seguido, tomaba un pequeño cuchillo con el cual se hacia una pequeña incisión en el abdomen­ –justo debajo del ombligo- y con unos finísimos y largos dedos extraía una tripa que halaba con delicadeza, mientras emitía una sonrisa grande, un sórdido y escatológico gesto de placer, luego le hacia una seña al perro que siendo obediente a la orden empezaba a lamer lo que a ella, al otro lado, le parecía ser un fragmento de intestino largo y sanguinolento. La situación se reiteró muchas veces, el hombre solucionaba todo realizando un casero procedimiento quirúrgico, que podía mantener casi intacta la herida hasta la próxima sesión.

Transcurrió mucho hasta poder percatarse de los cambios, había subido muchos kilos, la periodicidad con que se le suministraban los alimentos había aumentado considerablemente, 6 y hasta 10 veces por día, podía calcular las entradas del recipiente que cada vez era más grande. Ella consumía con ansiedad (el liquido) y se sumía en lo que más que cualquier cosa se había constituido como un ritual o una ceremonia privada.

20 metros. Allá abajo el sonido era prácticamente inexistente, se había sumergido en grandes siestas en las que los sueños figuraban como ausentes. Crac, escuchó ruidos y un chirriar de escaleras, el hombre se aproximaba, el perro ladraba con mayor desespero que las anteriores veces; se levantó del rincón, esperando ansiosa el misterio que lograba separarla del otro lado.

Escuchó un girar de cerradura y pudo observar (desde su gélida percepción) como se abría una puerta secreta ubicada justo en medio del concreto. Al otro lado, frente a ella, se hallaba el hombre con esa horripilante y marcada sonrisa; de sus labios (y entre sus carcomidos dientes) pendía un enorme tabaco, del cual inhalaba y exhalaba grandes bocanadas de humo, que desembocaban en el aire creando pequeñas figuritas.

Por primera vez sintió miedo, el perro permanecía amarrado a la mano derecha del hombre, desesperado, intentaba zafarse de las gruesas cadenas. Parecía sentir mucho más miedo que ella, mientras él reía a gritos y se le enrojecía el rostro.

Del otro lado empezaron a escucharse quejidos, los había dejado solos en el pequeño cuarto, mientras sujetaba firmemente la cadena y se la llevaba a la mano izquierda dándose en la misma unos suaves golpecitos. El gesto de su rostro revelaba victoria, había logrado su objetivo, la había alimentado lo suficiente como para que alcanzara el tamaño de una gigantesca persona, le había suministrado lo necesario; grandes jornadas de sueño y enormes cantidades de sangre.

Sí, había engordado lo esperado, lo suficiente como para devorar de unos pocos mordiscos al perro, que emitía sonidos tan espeluznantes como los cerdos cuando se les dan los primeros golpes previos al sacrificio y… sí, sonreía mientras se repetía a sí mismo con júbilo y alegría: ¡ Mi niña, mi niña por fin ha crecido! La pequeña pulga creció y se infló, comía su primer pedazo de carne, ese que la liberaría, ¡esa insaciable hambre que justificaría la enorme sonrisa de su padre! ¡Por fin había sido iniciada en los grandes y aberrantes placeres del mundo!

¿La carne como principio de todas las cosas?

Por: Joaquín Ramírez Jiménez

jueves, 6 de enero de 2011

un poema de Georg Trakl









Grodek

Por la tarde resuenan en los bosques otoñales
las mortíferas armas, y en las llanuras áureas
y en los lagos azules rueda el sol más oscuro.
La noche abraza a los guerreros moribundos,
irrumpe el lamento salvaje de sus bocas quebradas.
Pero silenciosas en la pradera,
rojas nubes que un dios airado habita
convocan la sangre derramada, la frialdad lunar;
y todos los caminos desembocan en negra podredumbre.
Bajo el dorado ramaje de la noche y las estrellas
vaga la sombra de la hermana por el bosque silencioso
saludando las almas de los héroes,
las cabezas sangrantes.
Y en el cañaveral suenan las oscuras flautas del otoño.
Oh, qué soberbio duelo, con altares de bronce;
un terrible dolor nutre hoy la ardiente llama del espíritu,